jueves, 17 de marzo de 2011

La ola invisible.


Sin duda alguna son momentos de magia, y entiendo por magia aquellas cosas que puedo ver pero no puedo entender.


Al mismo tiempo que se revuelven las personas contra sus líderes opresivos, se producen tremendos terremotos y maremotos que asolan la tierra, y muchas otras cosas de las que no somos conscientes. Hay una revolución de la tierra y sus habitantes ¿Quién puede decir que son sucesos independientes?


En mi manada está pasando algo igual, pura magia. Como cuando una ola gigante se acerca a la tierra y va levantando el agua a su paso, así estamos todas. La gota de aquí es independiente de la de allá pero todas están afectadas por la misma ola.

Estamos revueltas por una cosa o por otra, muy movidas, pero no estamos mal. Estamos reviviendo momentos antiguos, poniendo nombre a situaciones pasadas que se han anclado en la raíz más profunda de nuestro ser y, a día de hoy, condicionan los aspectos más diversos de nuestra vida.
Nuestros cuerpos se rebelan.
Hay una que ve pasar entre sus ojos y sus gafas la película de horror de su niñez, casi 24 horas al día. Otra conecta con aquel sentimiento de inferioridad y le hace sentirse nada. A otra le afecta el juicio que se hace sobre ella o cualquier otra. Y así, suma y sigue, hasta llegar a 8.

En mi caso mi cuerpo se ha independizado de mí y ha decidido temblar por debajo de mi piel. Mi mente está continuamente alerta como si algo me fuera a pasar en cualquier momento aunque sé que no es así. El miedo, el terror, se ha apoderado de mis músculos y tendones dejándolos rígidos por momentos. Y realmente no hay una causa "real" que haya desencadenado eso.


Hay una sensación de terror y culpa mezcladas o de culpa y terror, causa-efecto, que se ha quedado fijada en mi persona pero he decidido no luchar contra ella.


No voy a desear con todas mis fuerzas que se vaya, no voy a volverme loca pensando qué narices me pasa, no voy a pensar que es injusto estar así, simplemente voy a vivirlo como parte de un proceso.


Soy parte de la ola que nos arrastra a todas y que nos va sacudiendo una a una.
En el instante en que fui consciente de lo que les ocurría a las demás supe que pronto llegaría mi momento. Sin poder hacer nada por evitarlo he sido arrebatada de la realidad, como si yo hubiera decidido cuando sucedería. Y de hecho seguro que he sido yo la que he decidido que ocurra y he escogido el momento más oportuno.


Por otra parte estoy serena, me dedico a recordar momentos en los que me sentí así y los reconozco. Es una sensación familiar, la culpabilidad y el miedo. Recuerdo los momentos que rodearon mi primera tesis fallida, todo el curso de COU, profesores de BUP, vecinas a los 7-8 años, mi hermano siendo más niña, pero no recuerdo cuando empezó esa sensación.


Creo que me ha acompañado toda mi vida y se ha integrado en mis células.


Ahora sale porque supongo que es el momento de ponerle nombre, de distinguirla. Porque los movimientos surgen cuando algo ha estado reprimido durante demasiado tiempo y de alguna forma te niegas a seguir tapando. Supongo que cuanto más tiempo o con más intensidad se ha reprimido, más violento es el ataque, en mi cuerpo, en la tierra, en el mundo.


¿Quién puede decir que son cosas diferentes?


Diferentes son las consecuencias. En mi caso no hay muertos, mutilados, huérfanos. La violencia de mi seismo es infinitamente menor pero no puedo dudar de su existencia sólo porque no sea visible al exterior.


Y esa ola que se ha generado y envuelve a mi manada, tiene que tener efectos también en las personas cercanas, no puede ser de otra manera.
Esta experiencia me recuerda al momento en el que se sincronizan las reglas de las mujeres que comienzan a vivir juntas, unas se adelantan, otras se retrasan pero al final todas las mujeres de un mismo lugar acaban sincronizando sus ritmos.
Supongo que de la misma manera debe ocurrir cuando vives algo intenso a lo largo del tiempo.
Me viene una palabra a la mente, energía.


De la misma manera que yo supe que estaba a punto de pasar algo, todas sabremos cuando finalizará pues veremos el romper de la ola y el generar espuma de las otras.


Coincidimos todas en aspectos como que no son sensaciones agradables pero que dejamos que estén ahí y nos muestren lo que quieran. No luchamos contra ellas, las sentimos, vivimos con ellas, pero no nos hunden como en tiempos no muy lejanos lo hicieron.


Siento que es una forma de curación interna, no definitiva, pero sí una manera de aprender a vivir con nosotras mismas. Permitirnos sentir, lo bueno, lo malo, lo regular sin ponerle calificativo, simplemente como una sensación más, ni buena ni mala.


Me permito vivir esto, dejo que mi cuerpo tiemble, que se agote por estar alerta 24 horas al día durante muchos días, me permito el no poder dormir, el que mi cuerpo se revuelva sin motivo aparente y aprendo de ello.

6 comentarios:

Ariadna dijo...

Supongo que te estas dejando fluir por los hechos que te ocurren. Sin embargo, no dejes de aprender de esta experiencia; aunque sea dura de pasar.

Un abrazo de energía y fuerza para ti!

Luz dijo...

¡Por favor Francesca!,reacciona y lucha por ser feliz, el tiempo pasa y no tenemos mas que una vida,saborea todo lo bueno que tienes a tu alrededor y vívelo intensamente.
Un abrazo LUZ.

Francesca dijo...

Hola una mujer que camina es impresionante, un paso de gigante aunque no sea fácil de explicar, y aprendo mucho de todo esto. Gracias por tu apoyo.

Hola Luz, siento haberte transmitido algo malo, pero te aseguro que es un proceso más, necesario en este momento de mi vida, duro pero del cual estoy aprendiendo y para mí aprender es sinónimo de disfrutar. No es malo, no sé cómo explicarlo, pero no tienes que preocuparte, de verdad cielo. Gracias por tu cariño. Besos.

MA dijo...

Es muy frecuente, que con la edad, la mente vaya por un lado, el cuerpo por otro y tú por otro. La vida, que es muy rara.
Todos nos hemos sentido así alguna vez, incluso sin motivo.

Goyo dijo...

Tus palabras me han dejado tan intranquilo como tu ausencia en estos últimos días. Nunca he sido demasiado bueno a la hora de dar consejos, pero esta vez simplemente se me ocurre decirte que lo único que importan son las soluciones. Que las encuentres en tu interior, en tu ola, en tu playa, no importa de dónde venga. Y si no viene, sal a su encuentro. Enfréntate a lo que te supera, aunque sea duro e irreconocible.
Me gustaría poder ayudarte pero mis palabras no dan para más.
Resiste y seguirás encontrándote.

Francesca dijo...

Hola Ma, a veces simplemente consiste en observar. Besos.

Hola Goyo, tranquilo, no hay motivo y todo es parte de una solución. Mi forma de afrontarla es diferente a otras veces, ahora es una manifestación pacífica la que hago a este estado y le digo veo lo que haces y no me gusta, cambia.
Siempre me ayudas. Besos.

 
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