martes, 25 de octubre de 2011

El olvido está lleno de memoria.


El tiempo lo suele curar casi todo y en mi caso muchas veces no sólo es el tiempo sino también el olvido.

No es la primera vez que lo comento aquí, la mala cabeza que tengo, para la bueno y, por suerte, también para lo malo. Hace unas semana estaba muy enfadada, tremendamente enfadada con alguien, a día de hoy apenas recuerdo los detalles que me llevaron a eso.

Para mí es bueno, porque el olvido a veces también trae la paz, siempre y cuando las sensaciones buenas se restablezcan, pero hace que me quede sin palabras cuando tengo que explicar porqué estoy así o asá.

Creo que esta es una de las razones por las que evito conflictos, no tengo suficiente memoria como para poder reprochar a fulanito o menganita si hicieron o dejaron de hacer, si les dije o me dijeron. En el momento que se empiezan a describir fechas, horas y situaciones me pierdo.

A veces es más fácil hablar desde el cómo me siento, pero no todo el mundo entiende esta forma de comunicarse. ¿cómo decirte que estoy bien contigo o estoy mal contigo si no tengo datos para decirte el porqué? Simplemente estoy o siento y a mí eso me vale.

Recuerdo que hace ya muchísimos años una amiga a la que tengo mucho cariño me preguntó ¿has conseguido perdonarme?, por aquella época yo vivía lejos de mi ciudad y me lo dijo en una de mis escapadas a mi tierra. Le pregunté ¿perdonarte, porqué?. Ella me preguntó si no me acordaba y le dije que no, que no sabía de qué me hablaba. Sonrió y dijo, bueno... olvida lo que te he dicho, no tiene importancia. Y hasta hoy, no me quiso decir qué era lo que le tenía que haber perdonado. Seguro que si no lo recuerdo es porque lo hice.

Ahora creo que tengo que encontrar el momento para solucionar  o al menos hablar sobre malos entendidos, distanciamientos, daños, antes de que lo olvide. Porque puede que para mí pase pero sé que para el resto del mundo no suele ser así, y la gente recuerda, y muchas veces quedan posos que rozan y molestan. Necesito encontrar ese momento y sé que lo haré.

lunes, 17 de octubre de 2011

¿De qué me fío?

fuente: internet

Llevo tiempo pensando en escribir, y no me sale. No es que no tenga nada que contar, o que no pase nada interesante, al menos para mí, sino que siento las ideas más confusas que nunca.

Este verano se fueron dos apoyos importantes y siento que se está yendo el tercero a pasos agigantados.

Últimamente las palabras no son mi fuerte pues muchas de ellas me rebotan en la mejilla sin ni siquiera esperarlo. Me gustaría tener un gran don para poder expresar lo que quiero decir sin dar lugar a dudas y sin faltar a nadie, pero no lo consigo. Esta vez el saco de las palabras va cargado también con malas hierbas, la duda, la ofensa, la indecisión, la incredulidad. Y sucede que al igual que no soy capaz de transmitir lo que quiero decir de una forma clara, precisa y concisa, tampoco soy capaz de entender.

Siento que estoy sobre arenas movedizas y lo único que me sale es huir, pero no me lo permito. Al menos no de esta manera.

Siento como si un buen amigo me hubiera llevado al oculista para poder ver y cuando por fin veo descubro que él no es como lo había imaginado.

¿De qué me fio? ¿de la impresión que tenía cuando no veía? ¿de la imagen que entra por mi retina? Son tan diferentes, o quizás no serían tan diferentes si no se empeñara tanto en negar lo que yo veo.

A veces también me da la impresión de que cuando por fin pongo nombres a los objetos mi amigo me dice no, eso no es un jarrón, te equivocas, y yo le digo que sí, que ahora lo veo y es un jarrón. ¿De qué me fío?

Realidad e irrealidad se funden de tal manera en mi mente que giran y giran en un son descabellado lanzando imágenes, pensamientos y caos.

Muchas veces he dado un paso al vacío simplemente porque me he fiado, y nunca hasta ahora me he caído ¿es eso suficiente para seguir haciéndolo?

Y aunque no me quito las gafas le agradezco en el alma muchísimas cosas. Hay cosas que pase lo que pase no podrán cambiar.

domingo, 2 de octubre de 2011

robo por necesidad

El otro día una compañera de trabajo me contaba lo que le pasó a su tía. Podría aparecer en cualquier cadena de "pásalo, esto ha ocurrido", pero es que realmente ocurrió así.

Su tía es una señora ya bastante mayor, bajita, delgada y cuando se disponía a entrar en su portal se acercó un chico joven, bien vestido, y le dijo: señora, no quiero hacerle daño. Deme su cartera. La señora se asustó, aunque no vió ningún tipo de arma, y le dió la cartera.

Esta mujer fue a denunciar a la policía y a dar de baja las tarjetas. Cuando las dió de baja descubrió que habían hecho una compra en el Corte Inglés por valor de unos 50€. Preguntó que en qué había gastado el dinero y le respondieron que en el supermercado, en pañales y potitos.

La señora quitó la denuncia.

Parece la típica historia que pasa de cadena en cadena por los e-mails, pero esta viene de primera mano.

Para los que tenemos niños sabemos que 50€ apenas en pañales y potitos le da para apenas 1 ó 2 semanas. Realmente el chico ese buscaba cubrir una necesidad urgente, no fue más allá de lo extrictamente necesario.

Lo curioso del caso es que muchos siguen pensando que España no está tan mal. Que Grecia está peor, que Italia está peor, que Portugal está peor, pero nosotros no.

El otro día, paseando con mi familia, iba en bicicleta y me adelanté, bajé por un camino para pasar por debajo de un puente y allí habían unos 10-15 colchones, separados 1m entre ellos, todo bien organizado para estar en la calle.

Cuando salía de debajo del puente una pareja estaba tumbada en la hierba mientras sus niños de apenas 6 años el mayor  y el pequeño no llegaría a un año estaban jugando por ahí, ellos sólos, cerca de la acera de arriba. Me llamó la atención que el peque no sabía andar e iba arrastrandose todo sucio en pañales de aquí para allá.

Se me cae el alma a los pies si pienso que se acerca el invierno y esos peques estarán con sus padres debajo del puente. Esos y otros muchos.

Que habrá algún padre que tenga que robar a señoras mayores porque no tiene qué dar a su hijo para comer.

Pero esto no lo vemos en los telediarios. Seguimos pensando que los indigentes son 4, los de siempre, los que vemos día a día vagar por las calles con un carrito hablando solos. Y no, son muchos más.

Y, mientras, los políticos siguen cobrando sueldos vitalicios, yendo a reuniones en lugares prohibitivos para otros. Los bancos y cajas no se quedan atrás. Y suma y sigue. La lista es interminable.
 
El blog de Francesca. Design by Exotic Mommie. Illustraion By DaPino