sábado, 3 de julio de 2010

Tú en mí, yo en ti.


Le conocí hará 7 u 8 años, estaba triste, enfermo, las hojas con virosis, los frutos ausentes y me dijeron ¿puedes hacer algo por él?

No sabía muy bien así que volví a mi refugio, e indagué y volví con una promesa de vida futura plena, no este año, ni al siguiente, habría de esperar 2 años para ser fuerte, hermoso y lleno de frutos.

Lo podé, en la época precisa, no cuando los demás se podan, sino cuando él lo necesitaba, y lo besé, y lo cuidé.

El respondió porque estaba deseando vivir, deseando salir. Durante años nadie le hizo caso, lo miraban con desdén porque no obtuvieron lo que querían de él.

A los dos años las promesas brotaron por toda su copa, flores blancas con 5 pétalos, cientos de flores por todos los sitios.

Sus frutos enormes, llamativos, deseados, codiciados incluso.

El año pasado de tanto fruto una enorme rama se resquebrajó, pero hoy sigue ahí, con las promesas de frutos, con la herida curada...

Espero que sea él el que desea dar tanto fruto, que no lo haga por mí ni por nadie, que la vida no le vaya en el empeño salvo que él así lo desee.

Me gusta tanto este membrillero. Lo siento tan cerca de mí. A veces me siento un poco él.

1 comentarios:

Sofía B. dijo...

Pues ya sabes, a aplicarse el cuento.

Besos

 
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