Hoy recordaba cuando tenía 21 ó 22 años y me tocó exponer un trabajo sobre begonias ante un público exigente. Yo era novata pero conté lo mejor que supe cómo enraizaban mejor si de una manera u otra. Sería la suerte del principiante o el mimo con el que trataba a las plantas el caso es que mis resultados eran excelentes.
Cuando acabé la exposición un señor me empezó a preguntar con un lenguaje que no entendía, con conceptos que yo confundía, y traté de explicarle con mis palabras de nuevo cómo había hecho el ensayo.
Cuando terminé de exponer levantó la voz y dijo ante todo el auditorio, "pues yo no te creo".
En ese momento sentí que se hacía un silencio y cientos de ojos me miraban, lo único que alcancé a responderle fue "pero yo no puedo hacer nada a ese respecto".
Se oyeron varias risas al fondo, pero creo que nadie oyó la tristeza enorme que tenía yo, fue una respuesta desde el corazón.
Ojalá después de la charla hubiera venido a hablar conmigo y seguro que habría entendido.
Su duda le impidió ver la realidad, y yo me sentí incapaz de decir nada más.
2 comentarios:
Creerse algo siempre es opcional, pero eso es problema del otro.
Besos
Sí, pero el dolor y la impotencia que te genera ¿quien te lo quita?, aunque quizás no sea necesario quitarlo sino vivirlo y ver qué me está diciendo, a donde me lleva, porqué siento eso...
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