Me estoy leyendo un libro, lo pongo al final, y me ha llamado la atención este capítulo. Es algo que ya había escuchado pero que lo he descubierto realmente hoy.
En el fondo todo se reduce a dejar fluir y sentir el miedo, la tristeza, la angustia, los sentimientos en general, las emociones, no luchar contra ellas, no dejarse arrastrar por la marea de pensamientos que generan sino desde tu ser interior encontrar la paz al saber que están ahí pero que no te pueden hacer más daño del que tú les permitas.
La búsqueda del origen de las heridas es interminable, unas llevan a otras, puedes encontrar diferentes momentos que han alimentado esa herida o creado de una otras, pero sólo eso no basta.
Sentir, atreverse a sentir lo bueno, lo malo, lo regular, escuchar el eco que resuena en tu cuerpo, en tu mente y a la vez saberse a salvo.
Os dejo con el libro.
Te han herido de muchas maneras. Cuanto más te abras para ser curado, más descubrirás la profundidad de tus heridas. Sentirás la tentación de desanimarte, porque bajo toda herida que descubras, encontrarás otras. La búsqueda de la verdadera curación será dolorosa. Tienes que derramar aún muchas lágrimas.
Pero no tengas miedo. El simple hecho de ser más consciente de tus propias heridas te demuestra que tienes fuerza suficiente para enfrentarte a ellas.
El gran reto es vivir con la ayuda de tus heridas en vez de pensar sólo en ellas. Es mejor llorar que preocuparse, sentir tus heridas profundamente que comprenderlas, dejar que formen parte de tu silencio que hablar de ellas. La elección a la que te enfrentas constantemente es hacer que tus heridas formen parte de tu mente o de tu corazón. En tu mente puedes analizarlas, encontrar sus causas y consecuencias, y acuñar palabras para hablar y escribir sobre ellas. Pero seguro que ésta no es la fuente de tu curación. Tienes que dejar que las heridas lleguen hasta tu corazón. Ahí puedes vivirlas y descubrir que no tienen capacidad para destruirte. Tu corazón es más grande que tus heridas.
Comprender tus heridas solamente puede ser curativo cuando esta comprensión se ponga al servicio de tu corazón. No es fácil ir a tu corazón con tus heridas. Te exige que dejes de lado muchas preguntas. Tú quieres saber: "¿Porqué me hirieron? ¿Cúando? ¿Cómo? ¿Quienes?". Crees que las respuestas a estas preguntas te traeran solaz. Pero, en el mejor de los casos, te ofrecerán un cierto distanciamiento de tu propio dolor. Debes abandonar la idea de la necesidad de controlar tu propio dolor y tener confianza en el poder de curación de tu corazón. En él tus heridas pueden encontrar un lugar seguro donde ser recibidas y, una vez recibidas, perderán su poder de infligirte daño alguno y se convertirán en tierra rica para una nueva vida.
Piensa en cada herida como lo haría un niño al que ha herido un amigo. Mientras el niño chilla y dice tonterías, intentando devolverle el mal al amigo, una herida da paso a otra. Pero cuando el niño experimenta el abrazo consolador del padre o de la madre, el niño puede aguantar el dolor, puede volver a ser amigo, perdonar y reconstruir la amistad. Sé amable contigo mismo y deja que tu corazón sea un padre amoroso cuando vives con tus heridas.
La voz interior del amor. Desde la angustia a la libertad.
Henri J.M. Nouwen.
ES EL MOMENTO
Hace 1 semana
2 comentarios:
efectivamente, la cuestión es vivir con las heridas, con el dolor, con todo lo que llevamos a cuestas. y aún así, seguir viviendo. pero no hay otra, hay que seguir caminando, como digo en mi blog. seguir adelante, seguir respirando. seguir vivo.
un abrazo.
Hola Naar, seguir adelante, con caídas, con subidas, con bajadas, con todo, siempre hacia adelante porque estamos vivos y hay que celebrarlo día a día. Besos.
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