Hoy me he dado cuenta de que ya he cumplido un año aquí, y ha sido porque el año pasado acudí a ver una muestra de Jazz que me encantó y este año he vuelto a ir, pero a ver Soul.
Descubrí un amante en el Jazz, en el Jazz en vivo (sigo sin poder escuchar dos canciones seguidas en cd, sin embargo verlos actuar es diferente). Hay magia, hay encanto, hay pasión, hay fuerza.
Y me volvió a pasar, ayer me enamoré de un niño de 25 años con una fuerza impresionante en los escenarios, su voz negra en un cuerpo hiperdelgado. Con lo que se movía, saltaba, corría, bailaba es imposible que pueda engordar ni un gramo más. Una amiga mía pensaba que su profesora del cole lo tuvo que pasar muy mal con un niño tan movido, pero qué fuerza derrochaba en los escenarios. The Faith Keepers, un grupo en el que ninguno de sus componentes tiene más de 25 años, y encima de mi tierra. Les auguro un buen futuro en la música.
Y luego me enamoré de otro más mayor, el cantante de Soul Tellers, me enamoré de su seguridad, de su saber lo que quiere, saber pedirlo y obtenerlo. Grabó en vivo la actuación, en la que todos participábamos de alguna manera con los coros, aplausos, etc... Daba la sensación de "no sois vosotros los que habéis elegido venir a verme, he sido yo el que he elegido estar aquí cantando para vosotros", y era una sensación de fuerza, de seguridad pero para nada desagradable. Me enamoré de su saber estar en un escenario, de su forma de dirigir a todo su grupo y pedirles que continuara uno u otro, o pararan o fueran al micrófono suyo, sobre la marcha, improvisando.
Quizás eso fue lo que me impactó, esa capacidad de improvisar tan fantástica, sabiendo que todo va a salir bien porque sabes lo que haces, lo que pides y a quien se lo pides. Cuántas cosas aprendí ayer viendo interpretar Soul.
Eso sí, me sigo quedando con el Jazz como espectáculo, de momento no he visto nada semejante a lo del año pasado.
Descubrí un amante en el Jazz, en el Jazz en vivo (sigo sin poder escuchar dos canciones seguidas en cd, sin embargo verlos actuar es diferente). Hay magia, hay encanto, hay pasión, hay fuerza.
Y me volvió a pasar, ayer me enamoré de un niño de 25 años con una fuerza impresionante en los escenarios, su voz negra en un cuerpo hiperdelgado. Con lo que se movía, saltaba, corría, bailaba es imposible que pueda engordar ni un gramo más. Una amiga mía pensaba que su profesora del cole lo tuvo que pasar muy mal con un niño tan movido, pero qué fuerza derrochaba en los escenarios. The Faith Keepers, un grupo en el que ninguno de sus componentes tiene más de 25 años, y encima de mi tierra. Les auguro un buen futuro en la música.
Y luego me enamoré de otro más mayor, el cantante de Soul Tellers, me enamoré de su seguridad, de su saber lo que quiere, saber pedirlo y obtenerlo. Grabó en vivo la actuación, en la que todos participábamos de alguna manera con los coros, aplausos, etc... Daba la sensación de "no sois vosotros los que habéis elegido venir a verme, he sido yo el que he elegido estar aquí cantando para vosotros", y era una sensación de fuerza, de seguridad pero para nada desagradable. Me enamoré de su saber estar en un escenario, de su forma de dirigir a todo su grupo y pedirles que continuara uno u otro, o pararan o fueran al micrófono suyo, sobre la marcha, improvisando.
Quizás eso fue lo que me impactó, esa capacidad de improvisar tan fantástica, sabiendo que todo va a salir bien porque sabes lo que haces, lo que pides y a quien se lo pides. Cuántas cosas aprendí ayer viendo interpretar Soul.
Eso sí, me sigo quedando con el Jazz como espectáculo, de momento no he visto nada semejante a lo del año pasado.
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